Estos días de menos luz solar son oportunidades para un tiempo más contemplativo, más profundamente para ver lo que solo se puede ver en la oscuridad.
Los días se acortan. Aún no es el momento más frío del año, pero las puestas de sol más tempranas son una señal de que se avecinan días fríos, y los calendarios de los escritorios están en las últimas páginas. El año está finalizando.
Estos son días especialmente difíciles para las personas cuyas mentes están agobiadas por la fatiga de la depresión, el dolor de la pérdida, y el recuerdo nostálgico.
Parece que toda esta disposición está directamente relacionada con la cantidad de luz natural.
¿Cómo la atención plena puede ayudar con la depresión?
Personas que han reconocido y han sido diagnosticados de depresión clínica y en un contexto familiar donde también familiares próximos la han sufrido, reconocen que dicha depresión aparecía en ciclos de intervalos de varios meses, no predecibles por temporada o situación.
Alguna de estas personas al comenzar a meditar se perciben como otras personas que se relacionan mejor con esos ciclos que quizás siguen apareciendo. Se permiten, al conocer mejor su realidad, ajustarse y responder adecuadamente sabiendo con claridad que saben que pasarán.
Se encuentran razonablemente equilibrados, con fuerzas para seguir adelante, notándose con energía.
Viendo las cosas que no habían visto antes, desde una mente más ofuscada y cerrada.
No podemos comprometernos quizás aún a establecer una relación directa y clara entre Atención Plena y depresión, pero cuando la mente está equilibrada y enérgica, la atención plena apoya el desarrollo de la percepción.
Cualquier disminución del sufrimiento es buena.
El dolor es diferente de la depresión. La pena es la tristeza intensa asociada con la pérdida de algo querido.
La pena es la reacción natural de la mente a un shock. Hablar de tristeza es bueno para el proceso de duelo.
Tener a alguien que es capaz de presenciar el dolor con compasión, alguien que no está asustado por el dolor, alivia la carga de no hablar.
Los amigos amorosos son buenos. Los consejeros de duelo son buenos. El dolor no es una enfermedad. Por lo general no necesita terapia ni medicación. Necesita tiempo.
Y ahora al finalizar el año tal vez también experimentamos un trastorno afectivo estacional porque este es un momento de finales y hay una melancolía acerca de los finales, especialmente si no se ha cumplido alguna esperanza de lo que podría haber sido.
Tal vez sea algo bueno dejarnos sentir tristes, al menos lo suficiente como para reconocer las pérdidas en nuestras vidas que hemos evitado ver.
Tal vez estos días de menos luz solar sean oportunidades para un tiempo más contemplativo, más profundos para ver lo que quizás solo pueda verse en la oscuridad.