La conciencia plena es un estado mental en el que el individuo es altamente consciente y enfoca la realidad del momento presente, con apertura y sin juzgar ni dejarse llevar por pensamientos o reacciones emotivas.
Por tanto, requiere una atención especial que reduzca al mínimo la utilización del “piloto automático”, manteniendo la conciencia en lo que ocurre “aquí y ahora”.
Para practicar esta modalidad de conciencia, una persona debe tomar cierta distancia sobre sus contenidos mentales, contemplándolos como un testigo imparcial.
Esta observación de la mente, permite reconocer pensamientos o sentimientos propios como acontecimientos mentales, en vez de como parte del yo. De esta forma se puede presenciar la aparición en la mente de tres tipos de fenómenos, mutuamente relacionados, como son los pensamientos, las sensaciones físicas provenientes del cuerpo y los estados afectivos (emociones, sentimientos, etc.).
La conciencia plena se desarrolla específicamente, entre otras practicas, con la meditación conocida como vipassana, característica de la tradición budista theravada.
Esta meditación consiste en entrenar la mente para experimentar la realidad sin ningún rechazo de la experiencia que se esté viviendo en cada momento. Es lo que algunos llaman “estar presente”.
Para ello es necesaria una fuerte determinación para atender a los acontecimientos mentales en tiempo real, es decir, momento a momento, sin juzgar o establecer preferencias, además de hacerlo con apertura y curiosidad. También es importante contemplar el contenido de la mente sin perseguir ningún objetivo concreto, aceptando todo lo que ocurra, sin desear que sea de otra manera.
Por el contrario, una persona con actitud de “piloto automático” prefiere centrar su conciencia hacia el ámbito de los “pensamientos”, que forzosamente corresponden al pasado o al futuro, que enfocar en lo que esté ocurriendo en el presente.
Los mecanismos por los que el desarrollo de la conciencia reduce el malestar psicológico son desconocidos hasta el momento.
Una posible explicación del fenómeno es que la conciencia plena facilita diferentes sistemas de feedback por los que el organismo se autorregula y se ajusta.
Así, la conciencia en las sensaciones del cuerpo permitiría a los individuos identificar con anterioridad los síntomas de malestar físico, ayudaría a establecer las causas e iniciar con mayor rapidez estrategias de afrontamiento para prevenir sus consecuencias.
Este efecto de auto-regulación también se produce a medida que una persona es consciente de sus emociones básicas: miedo, enfado y tristeza, permitiéndole expresarlas con un comportamiento más adecuado a las circunstancias.
Por ello, la conciencia juega un papel fundamental en la regulación emocional, algo que repercute en la salud, ya que tanto la mala expresión de las emociones intensas, o su represión, parece exagerar la intensidad de sus manifestaciones.
Puesto que dos de las emociones citadas anteriormente, el miedo y la tristeza, se estimulan al elaborar mentalmente pensamientos relacionados con el futuro o el pasado respectivamente, cultivando la conciencia en el momento presente se reduciría la aparición de dichas emociones.
Para poder aprovechar esta capacidad auto-reguladora del organismo el programa MBSR enfatiza la necesidad de “parar y ver antes de actuar”, permitiendo así una pausa entre el estímulo y la respuesta.
Esta pausa permitiría activar los recursos internos disponibles que facilitan afrontar adecuadamente la situación, en vez de dejarse llevar por reacciones instantáneas y automáticas.
Una persona que desarrolle suficientemente la conciencia plena podrá aceptar mejor la realidad del momento, identificando sus tendencias reactivas correspondientes, a la vez que explorar las posibles respuestas antes de actuar.